Matthei: “Si no paso a segunda vuelta será pura culpa mía, sería mala candidata”
En la conferencia posterior, la abanderada de la Alianza señaló que, según sus encuestas, «dos mujeres, rubias, van a pasar a la segunda vuelta”, pero precisó que de no ser así estaba dispuesta a «asumir la culpa». En tanto, tras bastidores, un enfrentamiento que llegó a los empujones entre Patricio Mery y dos periodistas, terminó con el vocero de campaña de Franco Parisi escoltado fuera de las dependencias de TVN y con el candidato independiente pidiendo disculpas públicas por el incidente.
Insólito, pero el backstage de la segunda jornada del debate presidencial de ANATEL estuvo bastante más noticioso que el foro con los nueve candidatos que aspiran a llegar a La Moneda. Es que el escándalo que protagonizó el asesor comunicacional de Franco Parisi eclipsó la última media hora del encuentro televisivo, porque Patricio Mery las emprendió a empujones contra dos reporteros, cuando en el set de televisión los abanderados aún desplegaban sus discursos frente a las cámaras y esquivaban los emplazamientos del panel de entrevistadores.
Durante las dos horas de debate, progresivamente se veía cómo el ojo izquierdo de Parisi se inflamaba cada vez más, razón por la cual, en una de las pausas comerciales, se le ofreció atención de un paramédico, la que rechazó. Mery se molestó porque una periodista dio por hecho que sí había sido atendido, la increpó airadamente acusándola de mentirosa y ser parte de una conspiración contra su candidato. De ahí hubo un paso para que pasara a los empujones, porque el asesor de Parisi exigía que la nota de prensa fuera “bajada” y se exaltó cuando se le pidió que públicamente desmintiera la información que se había publicado.
La violencia de su reacción contra los periodistas hizo que TVN resolviera expulsarlo de sus dependencias, por lo que Mery salió rodeado de numerosas cámaras de televisión y una batahola no menor. El tema no quedó ahí, Parisi –con un rictus serio y descompuesto– tuvo que responder públicamente por la situación, pidió disculpas públicas directamente a los afectados, dijo que lo que hizo Mery estuvo mal, que no comparte “ni la forma ni el fondo”, que su asesor “está equivocado” al acusar un complot mediático, que va a evaluar si va a seguir trabajando en su comando y al aire lo sacó del cargo de la vocería.
En el set, los candidatos respondían los reiterados emplazamientos de los tres periodistas que llevaron las riendas del debate: Beatriz Sánchez (La Red), Mauricio Bustamante (TVN) e Iván Núñez (CHV). El cambio con la jornada del martes se notó y mucho, porque en líneas gruesas el foro fue más dinámico, menos acartonado y los abanderados fueron puestos en las cuerdas en todos los temas que durante la campaña se han transformado en puntos débiles.
Así, varias veces la candidata UDI, Evelyn Matthei, fue sacada al pizarrón. Aún están frescas las cifras de la encuesta CEP que le dio un magro 14%, el desempeño histórico más débil de la derecha, y consultada de quién es la culpa de esta mala performance, sentenció: “No le echo la culpa a nadie, si yo no paso a segunda vuelta sería pura culpa mía, que sería mala candidata”.
Después –en la conferencia posterior al debate– Matthei morigeró sus palabras, afirmando que no estaba reconociendo de antemano una derrota e insistió en que las encuestas que ella posee le aseguran que “dos mujeres, rubias, van a pasar a la segunda vuelta”, pero que, de no ser así, ella “siempre (va a) asumir la culpa cuando hay problemas”.
También se le interpeló por el respaldo que dio a la dictadura de Augusto Pinochet. “Claramente no fue un gobernante democrático”, dijo Matthei, pero afirmó que ese gobierno “hizo cosas muy buenas (…) y otras horrorosas, como el tema de los derechos humanos”, como también defendió que a fines de los 90, cuando Pinochet estuvo preso en Londres, ella respaldara las protestas afuera de las embajadas de España y de Inglaterra: “No tienen derecho a juzgar cómo nosotros armamos nuestro país”, señaló.
Cuando le tocó hablar de educación, Matthei apeló a un recurso similar a los que usa la candidata del Partido Igualdad, Roxama Miranda. Mostró un papel, grande, que tenía escrita la cifra de 3.500 millones y dijo “ese es el precio que cuesta la educación gratuita para todos”, acto seguido lo rompió teatralmente en cámara y dijo que no estaba dispuesta a pagar eso.
A la abanderada de la Nueva Mayoría, Michelle Bachelet, se le preguntó por qué en su gobierno no se hizo más para evitar casos de abusos como el de La Polar y Banco Estado, pero también le pusieron sobre la mesa los “errores” cometidos la noche del maremoto y terremoto del 27 de febrero del 2010. “Con humildad lo he dicho, que hicimos lo humanamente posible con la escasísima información que había (…) hoy uno puede pensar en muchas cosas, otra cosa es con guitarra, como se dice, y había que estar ahí, con la poquísima información que había”, afirmó para defenderse.
Apeló a la investigación aún en curso y dijo que “no quiero con mis palabras interferir lo que la justicia tiene que decidir. Siempre hay elementos que se pueden tomar en cuenta para intervenir en estos casos”.
Aparte del ojo y el episodio de su asesor, a Parisi se le enrostró haber hecho asesoría al Transantiago y ser “liviano” cuando habla que quiere que los profesores se puedan comprar un auto Porsche, en circunstancias que el promedio de sueldo del gremio es de 600 mil pesos. También tuvo que explicar su paso –en plena dictadura– por la Escuela Militar: “Eso fue tradición familiar. Creo que de los horrores que ocurrieron en la dictadura, nunca se habló, nunca se conocieron allí. Hay que conocer los fenómenos desde adentro”, dijo.
Al abanderado del Partido Humanista, Marcel Claude –bastante incómodo con el tema–, nuevamente se le sacó a colación la sentencia por el no pago de sueldos a periodistas que trabajaron para él en el desaparecido Diario Uno. Partió diciendo que “no se acordaba” a quienes había acusado de dar falsos testimonios y otra vez esquivó su responsabilidad en el tema, argumentando que “no eran sus trabajadores”, sino que solamente “colaboradores” de un “proyecto”.
A Miranda se le insistió en que explicara y aterrizara su discurso, más allá de la crítica. No se alejó ni un ápice de su estilo en los debates anteriores y emplazó a todos sus pares una vez más cuando les dijo: “Señor Parisi, no queremos un Porsche, señora Bachelet, no queremos bonos (…) queremos sueldos dignos, justicia social y ser felices”.
Al candidato del PRO, Marco Enríquez-Ominami, se le preguntó por la “soledad” de su actual campaña, que ya no cuenta con los asesores que lo respaldaron el 2009, como Max Marambio. “Tengo 70 profesionales trabajando conmigo, tenemos los mejores equipos para trabajar, no presumo que nuestros rivales no los tengan, pero los nuestros son visibles”.
El resto fue lo mismo, ideas repetidas, discursos ya conocidos. Bien pasada la medianoche concluyó el debate de ANATEL, hubo fotos de rigor y cóctel para los acompañantes e invitados de los presidenciales que llegaron hasta TVN. Otro ritual de la campaña ya cumplido.