Sin propuestas – Periódico El Heraldo, Honduras

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El siguiente editorial responde exclusivamente a la visión de este medio Ya estamos a solo 69 días de las elecciones generales y todavía no escuchamos ni sabemos nada de propuestas serias de los candidatos presidenciales, que se han limitado a la propaganda que no va más allá de lo vago y lo general que busca atraer la simpatía de las masas.

Por ejemplo, uno dice que va a crear 200 mil empleos al año, aquel le contesta que en su gobierno habrá empleo de sobra, y aquella mejor guarda silencio y no se sabe lo que propone, y el otro más bien grita en una rabieta infantil.

Un partido solo habla de refundar al país, pero no dice qué es eso de refundar y entonces hay que imaginarse que la solución a los problemas vendrá por inspiración divina.

Sin duda estamos frente a las campañas políticas más vacías de la historia política del país. Unos van a foros a los que les invitan a prometer lo que sale de sus cabezas y otras prefieren no complicarse y mejor evaden esas audiencias públicas.

Los hondureños creíamos que al haber más partidos políticos, algunos con tendencias ideológicas supuestamente distintas a lo tradicional, veríamos más propuestas; pero en realidad es más de lo mismo.

Ninguno de los candidatos presidenciales ha querido hablar del grave problema de la deuda, del déficit fiscal, de la impunidad, de la lucha contra la corrupción, del crimen organizado y narcotráfico, de la inseguridad en general, que se ha elevado hasta el paroxismo en los años recientes.

Honduras está tan abatida por tantos problemas en la actualidad, exacerbados por la politiquería, la ineptitud y la displicencia del actual gobierno, que lo menos que podía esperarse de quienes aspiran a tomar el poder son propuestas honestas, serias, creíbles, viables; pero, desafortunadamente, es lo menos que estamos viendo en la actual campaña electoral.

Toda esta incapacidad de conectar directamente la urdimbre de problemas que han hecho de Honduras un país pobre, subdesarrollado, violento e inseguro –nada apto para la inversión y para el progreso— con la esperanza de que los futuros gobernantes puedan dar un golpe de timón a esta realidad, no es más que motivo de frustración y decepción para un pueblo que ya ha sufrido demasiado.

Esperemos que en los más de dos meses que quedan de campaña electoral podamos escuchar, ver y percibir signos mucho más esperanzadores que la nada hasta ahora expuesta.

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