Según Naciones Unidas, en América Latina el 40% de las trabajadoras rurales no son remuneradas
Es un hecho que las mujeres que trabajan en la agricultura de forma no remunerada constituyen el universo más numeroso pero menos conocido de las mujeres dedicadas a actividades agrícolas. Ellas son en su mayoría trabajadoras invisibles para las estadísticas oficiales ya que se clasifican como inactivas pese a que efectivamente sí trabajan.
Su aporte a los datos oficiales sobre la economía rural es invisible. Por ello, son invisibles también sus necesidades y problemas.
El 82% de las mujeres agrícolas no remuneradas vive en hogares cuyos ingresos provienen exclusivamente de la actividad agrícola, un 14% en hogares mixtos, un 3% en hogares no agrícolas y el 1% restante en hogares que dependen de transferencias del Estado o remesas. Por último, es importante destacar que la jornada laboral de las mujeres no remuneradas es más larga que la de las trabajadoras por cuenta propia.
Urge hacer políticas específicas para las trabajadoras agrícolas familiares no remuneradas en pos de una mayor equidad en el mundo rural
Las trabajadoras agrícolas familiares no remuneradas constituyen un universo invisible y sin apoyo directo, en circunstancias que son tantas o más que las trabajadoras por cuenta propia, y que su aporte productivo es muy importante en cantidad y oportunidad.
El primer desafío es fortalecer su voz para que los Estados construyan políticas de apoyo productivo y de protección social, que respondan a sus necesidades como mujer productora y como integrante de una familia. Compatibilizar esta doble perspectiva es un desafío crecientemente complejo de enfrentar, pero urgente de resolver.
En el ámbito productivo, es necesario:
- Promover el acceso a la tierra, el agua y otros activos, así como a crédito y asistencia técnica, en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres.
- Facilitar el acceso de las mujeres familiares a los instrumentos de apoyo del Estado, aún cuando no sean ellas las propietarias de la explotación.
- Apoyar actividades asociativas de producción agroecológica y la venta de sus productos en mercados locales.
- Establecer relaciones de mercado con sistemas de compras públicas, especialmente de alimentación escolar.
- Desarrollar programas gubernamentales que impulsen actividades asociativas, junto con otras mujeres, en labores de agregación de valor a la producción primaria.
En el ámbito de alivio de su carga de trabajo doméstico y de cuidados:
- Promover la responsabilidad compartida de todos los miembros del hogar en la ejecución de los trabajos domésticos y de cuidado.
- Crear o aumentar los servicios de cuidado de niños y niñas menores de 6 años y de adultos mayores, incrementando así también las posibilidades de empleo remunerado para más mujeres rurales.
- Promover la universalización de la alimentación escolar.
- Asegurar que las políticas de protección social, especialmente las transferencias de ingresos lleguen directamente a las mujeres, para reforzar su autonomía económica, en el caso en que no tengan otros ingresos.
Gráfico 1. Mujeres rurales mayores de 15 años sin ingresos propios.
Alrededor de 2010
La mayoría de las mujeres clasificadas como inactivas produce para el autoconsumo
Los censos de los años 2006 y 2007 arrojan que las mujeres familiares no remuneradas son 1 a 2 veces más que las mujeres jefas de explotación. Este grupo se encuentra subestimado en la mayoría de los estudios ya que un número importante de mujeres se auto clasifican como inactivas (no trabajan ni buscan trabajo) ; aunque efectivamente participan en las actividades de las explotaciones.
En promedio en la región, el 56% de las mujeres rurales mayores de 15 años se registra como población inactiva. Sin embargo, las encuestas de uso del tiempo, EUT, muestran que la mayoría de las mujeres rurales que aparecen como «inactivas» en la medición tradicional del empleo, efectivamente sí trabaja.
Gráfico 2. Mujeres inactivas en sectores rurales que desarrollan trabajos de autoconsumo.
Países seleccionados, alrededor de 2010.
En porcentajes
Fuente: FAO, sobre la base de EUT de Ecuador, Guatemala y México.
Cuadro 1. Promedio de horas semanales destinado a la producción para el autoconsumo y tasa de participación en esta actividad por sexo Ecuador, Guatemala y México.
Alrededor de 2010
Países | Horas semanales | Tasa | |
---|---|---|---|
Ecuador | Hombres | 8.2 | 46 |
Mujeres | 7.8 | 60.9 | |
Guatemala | Hombres | 11.9 | 31.1 |
Mujeres | 10.2 | 47.6 | |
México | Hombres | 10.5 | 47.0 |
Mujeres | 6.8 | 48.4 |
Fuente: FAO, sobre la base de EUT de Ecuador, Guatemala y México.
Las EUT han puesto de manifiesto el aporte que las mujeres realizan a la economía rural a través de su elevada participación en el trabajo para el autoconsumo. Dado que las mujeres son más, la mayor parte del tiempo total destinado al autoconsumo es realizado por mujeres.
Las mujeres participan en las labores de autoconsumo hasta edad avanzada, lo que se traduce en con la edad aumenta la proporción de horas semanales dedicadas al autoconsumo.
Otro dato interesante es que las mujeres indígenas destinan más horas para las labores de autoconsumo que las mujeres no indígenas.
Las mujeres familiares no remuneradas generalmente son más jóvenes que las agricultoras por cuenta propia, pero más adultas que su homólogo masculino (el 82% de estos últimos tienen menos de 29 años). Corresponden a las parejas, hermanas o hijas mayores de los agricultores, mientras los hombres no remunerados son en su mayoría «hijos de».
Por otra parte, ellas tienen menor nivel educacional que los hombres, con un promedio de 5,4 años de estudio versus 7,4 para los hombres agrícolas no remunerados, lo que se explica porqué las mujeres no remuneradas tienen más edad.
En todos los países, los hogares de las mujeres no remuneradas son mayoritariamente encabezados por un hombre y tienen una mayor dependencia infantil. Esto se relaciona con la situación conyugal de los trabajadores no remunerados: el 69% de las mujeres tienen pareja -«mujer de»- y el 86% de los hombres son solteros, lo que confirma que son los hijos. Mientras los hombres cuando se hacen adultos se insertan en trabajos remunerados, las mujeres continúan aportando a la finca sin recibir ingresos.
Gráfico 3. Estado conyugal de las trabajadoras agrícolas no remuneradas y por cuenta propia y de sus homólogos masculinos.
Promedio de 12 países
http://www.rlc.fao.org/es/