Conflicto magisterial: descontento y mesura – Diario La Jornada, México
El siguiente editorial responde exclusivamente a la visión de este medio
Es verdad que acciones como las realizadas ayer y anteayer por el magisterio inconforme suelen resultar incomprendidas y contraproducentes para las reivindicaciones que las generan, en la medida en que aportan argumentos a quienes exigen la represión de las disidencias, y la criminalización de los movimientos sociales y provocan molestia en el común de la población.
Pero más allá de esas consideraciones inmediatas y de las afectaciones ocasionadas, es pertinente señalar que tras los hechos referidos hay descontentos reales, cuyo factor originario es el desgaste de las instancias institucionales de representación y de mediación entre lo social y lo institucional: para esta última esfera parecieran irrelevantes y sacrificables los intereses y las necesidades de la primera. Dicho desfase entre la elite política y la inconformidad social da cuenta de la crisis de representatividad que arrastran las instituciones del Estado y expone las severas limitaciones de los partidos políticos para cumplir con su papel de incorporar los distintos intereses, demandas e inconformidades que tienen lugar en el país y de encauzarlos por las vías institucionales, pacíficas y legales.
En el caso de la reforma constitucional en materia de educación ese carácter excluyente fue claramente expresado en la decisión del gobierno federal y sus partidos aliados en el Pacto por México de no acordar con integrantes del magisterio una reforma que, en última instancia, será ejecutada por los propios docentes y que tendrá en ellos los principales afectados.
Desde esta perspectiva, no hay lugar para el amplio y generalizado linchamiento mediático que ha sido lanzado contra los docentes inconformes, ni mucho menos para los reclamos de salidas represivas en contra del magisterio disidente de algunos actores políticos y económicos. Las salidas represivas como sucedáneos de los mecanismos políticos tienden a agravar los conflictos generados y a llevarlos a puntos de no retorno.
En la circunstancia presente, lo pertinente y necesario es que las partes involucradas en el desencuentro exhiban voluntad política, sensatez y disposición al diálogo y a la búsqueda de soluciones pacíficas y concertadas. La contención y la mesura debe prevalecer también en los medios de comunicación y en la sociedad en general.
http://www.jornada.unam.mx/2013/08/23/opinion/002a1edi