A un día: “Paraguay: coming back” – Opinión, por José Antonio Vera

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Después de muchos días de rumores y especulación mediática, el nuevo Presidente de Paraguay presentó ayer a los miembros de su equipo y, entre once, la mitad han sido formados en universidades de Estados Unidos y algunos, ajenos al vernáculo guaraní y al popular yopará, hasta exhiben la anglofonía en su pronunciación.

La composición del equipo que acompañará a Horacio Cartes desde su asunción a la presidencia de Paraguay este jueves 15, no deja dudas acerca de la influencia que han tenido consejeros y agencias de Estados Unidos en su victoria electoral del 21 de abril y en la conformación del nuevo gabinete, con una mayoría de técnicos formados en el país del norte e ideológicamente conservadores, aunque poco visibles en el Partido Colorado con su impronta estronista, pero al que casi todos pertenecen.

Después de muchos días de rumores y especulación mediática, el nuevo Presidente de Paraguay presentó ayer a los miembros de su equipo y, entre once, la mitad han sido formados en universidades de Estados Unidos y algunos, ajenos al vernáculo guaraní y al popular yopará, hasta exhiben la anglofonía en su pronunciación.

A pesar de la escueta biografía difundida oficialmente de los nuevos ministros, a  los capacitados en universidades de California, Kansas, Nueva York, Inglaterra y otros centros, se les encontrará en la Cancillería, Industria y Comercio, Obras Públicas y Comunicaciones, Agricultura y Ganadería, Defensa y en la cartera de la mujer, a quienes se sumaría el Embajador en Washington James Spalding, anunciado como el futuro director paraguayo de la represa binacional de Itaipú.

En el plano doctrinario lo más grosero es el futuro canciller, Eladio Loizaga, un conocido militante del sector más radicalizado del régimen del General Alfredo Stroessner durante los años del genocida Operativo Cóndor, esa alianza cívico-militar de cooperación entre asesinos y ladrones que, entre 1964 a 1984, hizo desaparecer en Suramérica a miles de militantes políticos, disidentes o simplemente parientes, amigos o seres humanos sin adhesión partidaria, enemigos todos para esas tiranías.

En los años más duros de la represión, Loizaga Caballero fue un activo promotor de la Liga Mundial Anticomunista (LAM), afirmó en su momento la Comisión de Verdad y Justicia, formada en 1989 por la Iglesia y  personalidades demócratas, meses después del fingido Golpe de Estado de febrero contra Stroessner, que encabezó su consuegro y colega el General Andrés Rodríguez, acto conocido como un simple desplazamiento del sillón en una operación gatopardista diseñada por Washington.

Loizaga fue incluido en el 2005 por el periodista Nemesio Barrero en una acusación genérica presentada infructuosamente ante el Ministerio Público contra el Partido Colorado por Violación de los Derechos Humanos y crímenes de Lesa Humanidad,  gestión también efectuada posteriormente ante la Corte Penal Internacional.

En la objetiva necesidad de Cartes de normalizar la presencia de Paraguay en el seno del MERCOSUR, tras una suspensión de 14 meses por violación democrática, con gran perjuicio para su comercio, llama poderosamente la atención la nominación de Loizaga, cuya misión prioritaria será la de  negociar con los gobiernos progresistas de la región, siendo que en su papel de asesor de política exterior del nuevo presidente, proponía volcar el país hacia la Alianza del Pacífico, proyecto dirigido por el Pentágono e integrado por la derecha costera.

Toda la documentación disponible confirma que el nuevo canciller siempre ha sido un operador funcional a Estados Unidos, desde que éste impulsó la formación de la LAM en Taipéi en 1966, integrada por el gobierno de extrema derecha de entonces en Corea del Sur y el de Taiwán del General Chiang Kai-Shek, Presidente Honorario y principal financista de la Liga, cuya única misión fue la de sabotear el reconocimiento por la ONU de la República Popular China, objetivo logrado hasta ahora sólo con unos pocos países, incluido Paraguay, a fuerza de golpes de chequera.

Dado el alto precio político que se expone a pagar Cartes, en particular ante el decisivo Brasil, con su designación de Loizaga, analistas de diversa orientación interpretan el hecho como una provocación al principio democrático y a los propios miembros del MERCOSUR, que podría explicarse por dos hipótesis: 1) coincidencia ideológica y/o, 2) Imposición del gobierno de Estados Unidos.

En su período de mayor militancia anticomunista Loizaga era funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores (se jubiló hace cuatro años), en la fase más cruel del Operativo Cóndor, cuando desde Asunción fueron entregados a comandos argentinos y uruguayos, ciudadanos de esos países que residían en Paraguay y que figuran entre los miles de desaparecidos, muchos de ellos lanzados a los ríos desde aviones, atados a piedras y bolsas de cemento.

Domingo Laíno, veterano líder liberal, en su libro “Repsa, Fraude y Entrega”, afirma que la fortuna heredada por el nuevo canciller, la formó su padre a través de grandes fraudes a esa importante empresa pública, que hoy se llama Petropar.

Meses antes del Golpe de Estado contra Fernando Lugo, el 22 de junio del año pasado, el Secretario General de la Presidencia, Miguel López Perito, acusó a Loizaga de haber adquirido 24 mil hectáreas en la frontera con Bolivia, cercanas a propiedades de la Secta Moon y del ex Presidente George Bush, las que sumó a las 8.000 hectáreas. Fiscales que el canciller de Cartes recibió en 1980 del Instituto de Bienestar Rural, presidido por su amigo Juan Manuel Frutos, a la sazón cabeza de la Confederación Anticomunista Latinoamericana (CAL).

Cartes, vinculado a nivel familiar con Stroessner, vientre de la “nueva podredumbre”, no puede ignorar que su canciller delinquió con los personajes más execrables y sádicos torturadores de la tiranía estronista, tales el jefe de la policía Pastor Coronel,  Antonio Campos Alum, Manfredo Ramírez Ruso, Rubén Darío Osorio, Carlos Podestá, Adolfo Granada Campos, Aníbal Casal, y Juan Manuel Frutos, vendedor a extranjeros, muchos nazis fugados, de las mejores tierras fiscales, entre otras vilezas.

En sus primeras referencias al MERCOSUR, Loizaga utiliza en exceso la palabra diálogo y, si bien lo necesitará mucho para disimular el lenguaje ofensivo que utiliza la derecha paraguaya para referirse a todos los gobiernos del bloque regional, en particular en forma obscena contra Venezuela, lo primero que deberá aclarar ante sus pares de la región, son sus verdaderas intenciones, sin olvidar que el oso más meloso es el más peligroso.

 

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