Dos intelectuales analizan la realidad política chilena

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En el marco de un nuevo aniversario de «La Segunda», convocamos a estos dos intelectuales para analizar los «terremotos» políticos de los últimos días y cómo se puede proyectar lo que viene frente al dinámico escenario que está mostrando la presidencial. Enfocando la mirada en el estado de situación de los dos principales bloques, entregaron su perspectiva coincidiendo en la necesidad de cambios pero discrepando en la forma de enfrentarlos.

«Como está de moda decir: yo voy a votar para acortar distancia», confiesa el columnista y consejero del CEP David Gallagher , al anunciar su preferencia para las elecciones de noviembre próximo, parafraseando, además, a la propia Evelyn Matthei cuando ésta declaró en una entrevista que en el plebiscito de 1988 votó por el «Sí» para que no arrasara el «No», sabiendo de antemano que este último ganaría.

«No es bueno apostar a que las cosas están definidas», responde el sociólogo Ernesto Ottone, asesor de Michelle Bachelet, resistiéndose a la premisa de que la suerte «esté echada» en materia presidencial.

En esta edición aniversario, «La Segunda» quiso reunir a Gallagher y Ottone con el objeto de que los dos destacados intelectuales -uno de cuño liberal y el otro de centroizquierda- escudriñaran las corrientes profundas que laten debajo de la superficie del actual escenario político.

-¿De qué manera incide en el sistema político lo ocurrido esta semana en la Alianza?

-David Gallagher: Yo creo que el sistema político está en crisis; hay una crisis de representatividad. El sistema binominal ya ha hecho agua. Eso hay que decirlo antes de hablar de lo ocurrido esta semana, e independiente de lo que uno piense si ha servido o no en los últimos veinte y tantos años. El resultado es que uno tiene la sensación hoy de una clase política que está como aislada del país, en una especie de lógica propia. Eso es lo que hemos visto en estas últimas semanas: un país donde los senadores y diputados son básicamente designados entre ellos, y que están desenchufados de la realidad, privilegiando posiciones personales y pensando muy poco en el país o siquiera en la alianza en que están, protegiendo sus puestos antes que nada.

-¿Cómo recibe esto la gente común y corriente?

-DG: Para el público ver a los políticos comportarse así da una mala impresión del sistema. Pero no es sólo la Alianza, que se ha excedido esta semana, porque hace un tiempo tuvimos el episodio de la Nueva Mayoría que anunció que iba a hacer primarias para elegir sus candidatos al Congreso y no lo hicieron, cuando obviamente no querían arriesgar sus propios puestos.

-Ernesto Ottone : Yo estoy muy de acuerdo, no sólo creo que el sistema binominal expiró, sino que estamos al final de un ciclo de desarrollo político del país, en el cual hay logros importantes que hoy día aparecen un poco velados por la crítica. Hay sectores que han avanzado enormemente y que hoy día tienen expectativas más exigentes. Esto tiene que ver también con un sistema de representatividad. Hay que producir un conjunto de cambios.

Ahora, lo que hemos visto esta semana (en la Alianza) -aun compartiendo que es muy malo los de las primarias parlamentarias de la Nueva Mayoría- ha sido el acabose, es mucho mas grave. Cómo no ven estos dirigentes políticos que hay un mundo que ha cambiado, que no se puede dar ese espectáculo.

Hay dos otros elementos que me parece que son malos para el sistema político: Primero, el espectáculo dado que le hace mal a todo el sistema político; y, segundo, el rol del Presidente, que lo encuentro poco republicano

-¿Por qué?

-EO: Porque tiene poco que ver con la función del Presidente participar tirando nombres, haciendo un conjunto de declaraciones en el mismo momento en que Longueira, por un infortunio, deja la candidatura. El Presidente no le habla al país, le habla a los suyos desde La Moneda. Diría yo que hay una degradación de los valores republicanos.

-DG : Yo lo comparto a medias, no un 100%, porque creo que en Chile tendemos a exagerar un poco el tema de la prescindencia del Presidente, del gobierno. En todas las elecciones hay una tremenda procesión de intervención electoral. Pienso que hay algo de hipocresía y exageración en esta cuestión, porque es obvio que el Ejecutivo apoya a su coalición…

-EO: Yo no estoy hablando de indiferencia o no, intervención o hipocresía, sino de cuidar las formas republicanas porque me parecen un valor importante, que ha ayudado a Chile en su desarrollo y en el restablecimiento de su democracia. No creo que sea bueno que eso se pierda. Este es un Presidente que tiene poca densidad republicana en sus formas.

-DG : Bueno, densidad republicana no es la densidad más grande del Presidente. Estoy de acuerdo con eso. El tiene otras fortalezas inmensas que lo compensan, para mi gusto. El último Presidente que tuvo una densidad republicana excepcional fue Ricardo Lagos, a quien admiro mucho, lo apoyé, voté por él por esas mismas razones.

– En el tema de esta semana ¿cómo ven que se desataran las diputas históricas de la Alianza?

-DG: Esas divisiones históricas internas existen, son parte de lo que es la Alianza. No cabe ninguna duda que hay grandes divisiones entre la UDI y RN, como también dentro de los partidos -en RN- y seamos claros, también las hay en el otro lado. Acuérdense lo que era (la Concertación) antes de que llegara a Chile Michelle Bachelet. Yo creo que hoy ella le da a la Nueva Mayoría un manto protector, en que desaparecen las divisiones…

En las últimas semanas la Alianza se ha manejado muy mal. Está claro que en la Alianza no ha habido un hábito de «screening» de candidato como para poder predecir las cosas que han ocurrido. Porque me imagino que lo que le sucedió a Laurence Golborne era bastante predecible, con un poquito más de indagación; y en el caso de Pablo Longueira probablemente también… Se dice que tuvo depresiones antes.

Ahora, yo entiendo que la UDI haya querido recogerlo como candidato al mismo tiempo, porque es un gran político, una persona muy excepcional, muy comprometida con el país, un gran hombre público. Entiendo que se haya caído en la tentación…

-Pero son dos tentaciones ya…

-DG: Claro son dos… veamos si la tercera es la vencida (risas).

-Carlos Peña criticó en su columna que se haya «privatizado» un hecho de interés público como la renuncia de un candidato con una puesta en escena más bien familiar.

-EO: No, mira yo soy muy cuidadoso en eso, porque en lo de Longueira yo separaría dos cosas: uno es el infortunio, él tiene una enfermedad y es una pena. Que malo que haya pasado eso y toda la solidaridad con él en la recuperación. Entonces también la forma puede responder a generar una credibilidad en que es un infortunio. Yo separo su enfermedad del mal manejo que ha habido posteriormente… Y también antes, porque tú puedes decir que lo de Longueira es un infortunio, pero lo de Golborne no lo es, sino que es una bajada en torno no a problemas metafísicos, sino a problemas muy terrenales. Lo que ha sucedido después ha sido un pésimo manejo, que además no tiene una matriz ideológica clara. Porque alguien podría decir que aquí hay un desacuerdo profundo de cual es la orientación, pero todos sabemos que no es eso.

-¿Qué hay detrás de esto, entonces?

-DG : La bajada de Golborne fue bastante frívola. No creo que se haya justificado, no hizo nada ilegal. Obviamente había un interés periodístico por lo de las tarjetas y lo de la cuenta… Yo creo que había que capear la tormenta, honestamente. Bajarlo fue síntoma de poca cordura…

-¿Usted estima que era una candidatura que tenía viabilidad todavía, después de esos hechos?

-DG: Yo no sé, pero son hechos…

-¿A pesar del fallo de la Corte Suprema en el caso de las tarjetas?

-EO: No, yo creo que fueron cálculos muy fríos. Golborne no despegaba en las encuestas.

-DG: Ese es otro tema…

-EO : No, pero es que no lo separemos porque están relacionados. Si Golborne hubiera marcado muy alto no habrían considerado sus inversiones en los off shore como una cosa que impidiera su candidatura, pero como marcaba bajito, y el fallo de la Suprema, y todo lo demás, el cálculo fue bajarlo. Entonces hay un manejo de lo que los franceses llaman «politicien», o sea, en el fondo politiquero. -DG: Y yendo a la pregunta anterior, si no son diferencias ideológicas son diferencias de politicien, de personalismos, de grupos que han estado en una burbuja que es ser senador o diputado designado durante veinte o veinte y tantos años, en progresiva pérdida de contacto con el país real, y que están viviendo estos sentimientos que tienen el uno respecto del otro, como si nadie los estuviera mirando. Es muy impresionante…

El discurso de Bachelet

-Se ha dicho que Bachelet vuelve con un discurso más radical, recogiendo las demandas de la calle.

-D.G.: Hay algo de eso. Supongo que esa fue una estrategia para las primarias y que ahora se va a volcar más hacia el centro, siendo más fiel a los recuerdos que uno tiene de su Presidencia, que fue tremendamente sensata. Por ejemplo, la gratuidad para todos de la universidad va a llevar a gastar unos 3 mil millones de dólares de la reforma tributaria para pagar la educación de gente que no necesita ese financiamiento. Además, el paquete tributario me pareció malito, hecho a la rápida. No estamos hablando del fin del mundo, pero son cosas mal pensadas. Mucho de eso puede cambiar con un equipo más amplio y la incorporación de nuevos adherentes a su comando.

-¿Cifra esperanzas en que De Gregorio y Cortázar puedan morigerar eso?

-D.G.: Y Engel, Marcel, en fin, no sólo gente de la DC.. Yo soy bastante optimista, creo que Michelle Bachelet sabe qué funciona en este país y a qué velocidad; lo demostró cuando gobernó y va a seguir demostrándolo.

Respecto a una nueva Constitución, que por una vez en la vida tengamos una Constitución que sea producto de un profundo consenso, porque no podemos tener constituciones impuestas ni por militares ni mayorías pasajeras.

-E.O.: Ahí tenemos opiniones diferentes con David. Para mí el tema de fondo es la necesidad de transformaciones, pero manteniéndonos en el campo de la reforma y de las instituciones. Hay objetivos que ya se cumplieron: la pobreza ha ido bajando fuertemente, ya no es ése el tema central en lo social, pero sí tenemos un problema muy grande en la igualdad y la distribución del ingreso. Creo que una nueva Constitución tiene que pasar naturalmente por un proceso institucional, porque no se trata de salir de una carta fundamental con una carga ideológica neoliberal para transformarla en un texto socialdemócrata o de izquierda. Tenemos que construir una Constitución donde el conjunto de los chilenos se pueda sentir representado.

– D.G.: Ernesto habla del aparente término de la vida útil del pacto social implícito que había en este país y cómo reconstituir un nuevo pacto social. Creo que en todo país que pretenda ser exitoso la clase política tiene que tener una conciencia de la realidad y sus límites, un acuerdo aunque sea tácito respecto a no ofrecer cosas que no son compatibles con la realidad. Me refiero al peligro evidente de populismo que estamos viviendo. -¿Qué rol jugarán los técnicos liberales que se incorporan al comando?

-E.O.: Si la referencia es a las nuevas incorporaciones ellos tienen una gran capacidad técnica y una visión frente a determinados temas que tendrá que considerarse en esta nueva etapa, no en el sentido de que vienen a echar abajo las reformas propuestas por Michelle Bachelet sino a trabajar dentro de éstas en términos de la temporalidad y el diseño de las políticas públicas que tienen que surgir. En algunos casos puede ser moderación, en otros, ajuste o bien acentuarlas.

-D.G.: Todos los objetivos que plantea Ernesto yo los comparto, tenemos que avanzar hacia más equidad y un país más inclusivo. Mi cuestionamiento al programa de Michelle Bachelet que hemos conocido hasta ahora es si las medidas que propone van a solucionar esos problemas.

-E.O.: Si Michelle Bachelet es elegida le tendrá que responder al país en su conjunto. A la calle hay que escucharla pero no puede haber un seguidismo, hay que tener los oídos atentos a los movimientos sociales y lo que viene de ahí, pero eso no significa que el rol de la política sea tomar todas las soluciones que ellos proponen y aplicarlas a rajatabla.

-D.G.: En la sociedad chilena y en las coaliciones hay mucho más acuerdo de lo que parece, es mayor el ruido que diferencias sustanciales, así que hay espacio. Eso va a depender, si gana Michelle Bachelet, de cómo ella se posiciona en su gobierno. En su gestión anterior una de las buenas cosas que hizo fue armar comisiones bastante transversales cuando iba a hacer un cambio. Si vuelve con esa actitud deberíamos tener acuerdo sobre algunos temas básicos que nos van a dar un nuevo aire para el futuro: Cambios constitucionales, una buena ley de partidos políticos, financiamiento para la política, que es un problema no resuelto, porque hemos visto que cualquiera puede comprar un partido, y bastante barato. Además, hay que enfocar mejor el tema de la desigualdad y resolver los cuellos de botella que afectan la productividad de la economía, como el tema energético.

-E.O.: Michelle Bachelet va actuar como una demócrata. Por eso es bueno que exista un sistema político que permita grandes acuerdos en materias esenciales pero que también permita la expresión de la mayoría si esta existe, sin vetos de la minoría.

El «peso» de una competencia entre dos hijas de generales, a 40 años del Once

-La crisis que ha vivido la Alianza estos días, ¿merma sus posibilidades electorales o igual estos comicios van a ser competitivos?

-E.O.: Naturalmente esto le ha hecho daño a la Alianza, pero no sabemos cuál va a ser su capacidad de recuperación. Por lo tanto, no es bueno apostar a que las cosas están definidas.

-D.G.: Estoy de acuerdo. La popularidad de Michelle Bachelet es una cosa excepcional, y cuatro meses es poco tiempo para que se produjera un deterioro. Pero, por otro lado, como se demostró en el caso de Frei la elección pasada, eso no es tan fácilmente endosable y no necesariamente se va a traspasar a los candidatos al Congreso, que va a ser una elección más peleada.

Por otro lado, creo que Evelyn Matthei es una mujer muy inteligente, bonita, con una sensibilidad distinta a la típica de la UDI. Es una buena candidata que va a achicar la distancia que probablemente haya en este momento. En política nada es imposible y puede dar sorpresa, pese a que en este momento la carrera se ve desigual.

-Resulta llamativo que a cuarenta años del golpe militar se enfrenten en las urnas dos mujeres hijas de generales que estuvieron en trincheras opuestas el 73.

-D.G .: A cuarenta años del golpe militar éste es un tema emocional que perjudica a la derecha. Esta puede ser la última elección en que el fantasma de Pinochet va a pesar tanto en la derecha, y obviamente ser hija de un general que estuvo en la Junta tampoco ayuda, a pesar de que creo que el general Fernando Matthei fue fundamental la noche del plebiscito y una persona con convicción democrática en ese momento. Que todavía un candidato de derecha tenga que pronunciarse si fue gobierno militar o dictadura, o si votó que sí o que no, son síntomas de que el tema todavía pesa.

-E.O.: Es muy raro que todavía los candidatos de derecha no puedan hablar de dictadura y busquen definir una dictadura a través de un nombre edulcorado. Es una cosa absurda porque todo el mundo sabe que en Chile hubo una dictadura. A cuarenta años sin duda esto es un peso.

Un sector político que durante 17 años se olvidó de las libertades democráticas, la defensa de los derechos humanos y apoyó a un dictador, es una mochila.

-¿Respecto a la presencia de los comunistas en el comando de Michelle Bachelet?

-E.O.: ¡Qué bueno que el PC chileno, que tiene una historia contradictoria, con una doctrina revolucionaria pero una práctica reformadora, salga del ultraizquierdismo en que estuvo metido durante veintitantos años y vuelva a la política y a las instituciones!

-La presencia del PC en el comando de Bachelet, ¿va a influir en una mayor radicalidad del programa opositor?

-E.O.: No creo, porque el PC tiene sentido de la realidad.

La «batalla ideológica» por los impuestos

-David Gallagher: A veces los medios que se proponen para obtener determinados fines no son los más eficientes, como esta mega reforma tributaria. Los ingresos fiscales han tenido un aumento impresionante gracias al crecimiento, pese a la baja en el precio del cobre.

-Ernesto Ottone: Tú sabes bien que aquí hay una posición ideológica. A nadie le gustan los impuestos, por algo se llaman impuestos y no voluntarios. Muchas veces, cuando hablo con algún empresario y sale el tema tributario, le cambia el rostro…

-D.G.: Claro, porque le va directo a la vena.

-E.O.: Hay una negación ideológica muy fuerte sobre la necesidad de elevar la carga tributaria.

-D.G.: También hay una cuestión ideológica fortísima en la centroizquierda con los impuestos. En Chile sólo el 20% de los adultos paga impuesto a la renta, así que jugar con el tema tributario sale políticamente gratis.

-E.O.: Michelle Bachelet ha gobernado este país y tiene cultura de gobierno. La carga impositiva que se propone existe en los países más competitivos, como los nórdicos, aquí no se están planteando soluciones tipo asalto al palacio de invierno.

 

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