Colombia: “Si la oligarquía no ve un pueblo organizado, no va a cumplir acuerdos
HERNANDO CALVO-SANTIAGO ALBA| El Ejército de Liberación Nacional, ELN, organización insurgente colombiana, realizó su primera acción armada el 7 de enero de 1965.
En un Manifiesto dejaron en claro que su lucha sería por la toma del poder. Desde esas fechas, y hasta 1991, el ELN se negó a cualquier dialogo con el gobierno. Ese año los colombianos conocieron a Antonio García.
Fue durante las negociaciones que las tres principales guerrillas (ELN, FARC y Ejército Popular de Liberacion, EPL) realizaran con el gobierno en Venezuela y México.
García, un exuniversitario apasionado de la electrónica, dibujante y poeta, es el segundo hombre al mando del ELN, y su responsable militar. Hoy tiene 57 años y desde 1983 pertenece a la dirección máxima de esa organización. Aceptó reponder un extenso cuestionario, en momentos que el gobierno colombiano, por fin, se decidió a adelantar diálogos con el ELN, los mismos que ya lleva con las FARC en La Habana. En 1996, en la misma ciudad, García lideró el grupo de mandos del ELN que dialogó con el gobierno de Colombia. Buscaban, como ahora, una salida política al conflicto. En ésa, como en otras ocasiones, el gobierno colombiano rompió las negociaciones bajo pretextos para continuar la estrategia de la guerra.
¿Por qué el ELN no se incorporó desde el principio a las conversaciones, cuando el discurso de la organización ha estado claramente orientado al diálogo desde los años 90 bajo los gobiernos sucesivos?
Ha sido difícil abrir un proceso de paz entre el gobierno de Santos y el ELN, por cuanto el gobierno no tiene voluntad de paz y considera que la insurgencia debe aceptarle condicionamientos. La paz se puede construir sólo si las dos partes se respetan y tienen la flexibilidad para sentarse sin condiciones.
El gobierno ha ideado un esquema de paz y quiere que la insurgencia lo acepte. Le gusta la confidencialidad, pero se desvive por hacer público lo que le conviene. De otro lado, busca la paz incrementado las operaciones militares, se niega a acordar un cese al fuego bilatareal, pero si pretende que la insurgencia renuncie a las acciones militares. Le gusta un proceso con amplias ventajas para el establecimiento.
No es la primera vez en la historia reciente de Colombia que se emprenden negociaciones de paz entre el Estado y las fuerzas insurgentes. En las tres ocasiones anteriores (con los presidentes Belisario Betancur, César Gaviria y Andrés Pastrana) todas las esperanzas se vieron frustradas y, por el contrario, los niveles de violencia ejercidos desde el Estado, incluido el paramilitarismo, aumentaron. ¿Hay algún motivo para pensar que esta vez puede ser diferente?
El ELN también lo intentó con el gobierno del presidente