Redefinición de misiones militares en Brasil – Por Ernesto López , especial para NODAL

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

En coincidencia conla recuperación de la función tutelar sobre el sistema político anunciada en septiembre pasado por el Gral. Antonio Mourão e implícitamente aceptada por el Gral. Eduardo Vilas Boas (máxima autoridad militar), y con la resignación de posiciones estratégicas, doctrinarias y geopolíticas sostenidas por años (el apoyo a la industrialización y el resguardo autonómico/soberanotanto de la Amazonia como de la explotación petrolera off shore, entre otras), el Ejército de Brasil se encuentra en tránsito hacia una readecuación de misiones institucionales.

La utilización de fuerzas militares en seguridad interior viene abriéndose camino desde hace tiempo ya. Basta recordar las diversas misiones desarrolladas sobre las favelas de Río de Janeiro y el amplio plan de custodia durante el Campeonato Mundial de Fútbol de 2014. Recientemente, operaron durante una semana (22 al 29 de septiembre) en la populosa Rosinha. Como es sabido, estas acciones militares están destinadas al combate al narcotráfico y a las bandas que se dedican a su trasiego en (o desde) esos asentamientos urbanos.

Por otra parte, acaba de finalizar la operación combinada Amazonlog, desarrollada en la triple frontera amazónica, que enlaza las poblaciones de Tabatinga (Brasil), Leticia (Colombia) y Santa Rosa (Perú). Participaron tropas de estos tres países y de los Estados Unidos. Las ejercitaciones fueron presentadas como dirigidas a mejorar sus capacidades operativas en caso de desastres naturales y de necesidad de asistencia humanitaria. Tabatinga cobijó en una base logística transitoria a oficiales de dichos cuatro países. Dos cosas llaman poderosamente la atención: a) Brasil permitió en esta oportunidad, por primera vez, la participación a los Estados Unidos en maniobras militares llevadas a cabo en la Amazonia; resignó así una postura largamente sostenida cuyo principal motivo había sido el resguardo de su autonomía estratégica en esa región; b) una operación combinada cuatripartitacon los objetivos alegados indicados más arriba ¿justo tenía que hacerse en esa zona que se caracteriza por ser proficua en materia de narcotráfico, y con los principales socios de los americanos en materia de lucha antinarcóticos?

Como quiera que haya sido lo anterior y como si no bastara con el reconocimiento explícito del fracaso en la “guerra a las drogas” que hicieron los presidentes Santos (Colombia) y Peña Nieto (México), en la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el Problema de las Drogas desarrollada en Nueva York, en abril de 2016, Brasil parece empeñado en profundizar el compromiso de sus Fuerzas Armadas en ese menester.

Por otra parte, luego de que la cuestión fuera ventilada por varios medios y trascendieran versiones diversas, el Jornal do Brasil del 23 de septiembre pasadoconfirmó que uniformados y diplomáticos evaluaron diversas posibilidades de participación en misiones de paz de la ONU. “Según el Jefe del Estado Mayor Conjunto, Alte. AdemirSobrinho, han coincididoen privilegiar el envío de efectivos brasileños a la República Centroafricana”, indicó el mencionado periódico.

La Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de la República Centroafricana (MINUSCA), en desarrollo desde 2014, es una misión de paz plus de ONU. Su mandato, además de las buenas intenciones humanitarias que aquellascomunmente conllevan, menciona explícitamente a los grupos armadosSeleka, Antibalaka y Resistencia del Señor, como pasibles de ser combatidos. El primero de ellos es corrientemente identificado por la prensa y los medios como yihadista; algunos lo sindican como vinculado con Al Qaeda mientras que otros afirman que se trata de una asociación de cinco o seis agrupamientos. En cualquier caso se trata de combatientes musulmanes que operan en un país muy próximo a la hoy delicada región subsahariana denominada Sahel, con vinculación potencial o real con organizaciones mayores muy activas y peligrosas. Va de suyo que esta es una opción riesgosa y que la actuación bajo la bandera de ONU no garantiza un discernimiento adecuado entre la lucha por la paz y el combate al terrorismo.

En fin, se hace cada vez más evidente que el ejército brasileño está procesando replanteos significativos entre los que se cuenta la aceptación de la participación en la guerra a las drogas y el avance hacia el compromiso con la guerra contra el terrorismo internacional. Despunta, asimismo, una reasociación con los Estados Unidos y con sus políticas de seguridad y defensa continentales. Un tríptico en el que comienza a dibujarse con cierta nitidez una redefinición profunda de sus alineamientos y de sus misiones institucionales.

(*) Sociólogo. Ex embajador en Haití, Guatemala y Belice

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