Hipoteca para varias generaciones (Argentina) – Por Carlos Heller
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Recibió numerosas críticas provenientes de un amplio espectro de analistas y políticos. Pero la decisión del gobierno del presidente de Argentina, Mauricio Macri, de emitir un bono a un plazo de 100 años no es un error estratégico: es una confirmación más de cuál es el camino de endeudamiento que traza para el futuro, de obtener un buen resultado en las elecciones legislativas de octubre. Una señal clara hacia los mercados financieros y hacia la población en general, que durante varias generaciones deberá soportar los servicios del financiamiento externo.
El camino comenzó en realidad a transitarse apenas asumió Cambiemos (la coalición que gobierna hoy la Argentina), con la significativa concesión que le otorgaron a los fondos buitre, reconociéndole un rendimiento acumulado del 9,3% anual. La contabilidad creativa del Ministerio de Finanzas indica que en el primer año del gobierno la deuda con el sector privado (medida en dólares) creció unos 33.474 millones. En términos del PIB pasó del 53.5% al 54.2% del PIB. Si bien en puntos del Producto el incremento parece poco, el número es engañoso ya que la base de comparación incluye la claudicación completa con los fondos buitre, unos 4 puntos del PIB. En rigor, el endeudamiento termina alcanzando unos U$S 50.000 millones, un número abultado. ¡Ah, no hay que olvidarse de la deuda tomada este año, unos U$S20.000 millones más, y otros U$S 20.000 millones ya aprobados!
El ministro de Hacienda sigue el manual del FMI y coloca metas para el déficit fiscal primario, que no contiene la carga de intereses que hay que pagar. Hay un fuerte mensaje en esta medición: no importa el nivel de intereses, porque de todas formas se van a pagar. De hecho, el pago por intereses creció, medido en pesos, un 60% anual en el primer trimestre de 2017. Para poder comparar la magnitud del incremento, cabe comentar que la inflación fue en ese período del 36%. Es decir, el esfuerzo para pagar los intereses de la deuda casi se duplicó. Con el endeudamiento por venir, se espera un efecto “bola de nieve” que seguirá acumulándose.
El bono centenario, por caso, incluyó una tasa de interés del 8% anual, toda una exageración. De hecho este año el gobierno emitió títulos a diez años a una tasa del 6.875%. Los prestamistas fueron los únicos para los que la emisión resultó un negocio más que jugoso. Y lo demostraré: aplicando un rendimiento del 3% que obtienen en los países desarrollados por un bono a largo plazo, los inversores centenarios recuperarán el capital invertido en sólo 16 años: los 84 restantes serán ganancia extraordinaria.
Deberes por hacer
En junio se supo que Morgan Stanley no le subió la calificación soberana a Argentina, que seguirá siendo considerada como “mercado de frontera”, una suerte de barrera para que ingresen aún más capitales especulativos. Las razones se entremezclan con el terreno de la política ya que, según el banco de inversión, “para ser mercado emergente aún debe evaluarse la irreversibilidad de los cambios recientes”. En otras palabras, garantizar la posibilidad de profundizar el plan neoliberal. Según un conocido economista, la negativa de Morgan Stanley “puede tener un componente sano para el gobierno, si es que es leído como que hay que hacer los deberes y mejorar la calidad de la gestión económica”. Esto es: más ajuste fiscal y avanzar con las reformas que están pendientes, entre ellas la fiscal, la laboral, o la previsional.
Muchas de estas discusiones se dan también en Brasil, que en algunos aspectos lleva la delantera, como ocurre con el caso del congelamiento del gasto en términos reales por veinte años. Todo para garantizar el pago de la deuda, que en mayo del presente año se situó en el 72.5% del PIB, 21 puntos por encima del valor de finales de 2013. Algunos analistas privados ya pronostican un empeoramiento del déficit fiscal primario en Brasil, y una nueva caída del nivel de actividad para el tercer trimestre de 2017, tras el paréntesis de la primera parte del año.
Con gran similitud con Brasil, el gobierno argentino sigue anunciando su voluntad de endeudarse en el exterior, y la hipoteca de la deuda se sigue multiplicando.
Las inversiones se mezclan con la política
Volviendo al bono a 100 años, el gobierno pintó en el prospecto un panorama distinto al optimismo que comunica diariamente a los argentinos. A los inversores les dijo que la escena está dominada por “riesgos e incertidumbres” que enfrenta la economía y la política, tales como “la inflación, el impacto de las tasas de interés sobre la actividad, la volatilidad del tipo de cambio y shocks externos como la recesión o el bajo crecimiento de socios de Argentina, caso Brasil”. Es que “no puede asegurarse” el resultado de las medidas y reformas aplicadas porque resta implementar “medidas legislativas” (Diario Clarín, 21/7/17).
El oficialismo les está diciendo a los inversores que necesita ganar las elecciones de medio término para consolidar su modelo y poder seguir ofreciéndoles grandes beneficios. Sucede que cuesta diferenciar el discurso oficial del de cualquier banco de inversión internacional.
En la práctica, se siguen generando las condiciones, vía liberalización financiera y endeudamiento, para que los inversores externos intervengan no sólo en la economía, sino en la política interna. Y los inversores se encuentran muy ávidos de seguir participando de la invitación del gobierno.
Carlos Heller. Diputado Nacional por la Ciudad de Buenos Aires. Presidente Partido Solidario, de Argentina.