Argentina y Brasil: unidas por la valorización financiera – Por Carlos Heller

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La primera visita que Michel Temer realizó, como presidente de Brasil, a una nación de América Latina fue a la República Argentina, allá por octubre de 2016. Al país de su amigo, el presidente Mauricio Macri.

Macri devolvió la gentileza a inicios de febrero de este año, en la primera visita de Estado que recibió Temer ya instalado como presidente. En estas reuniones, ambos se prodigaron elogios mutuos. Temer sostuvo que, con Macri “pensamos de la misma manera en muchos temas y eso facilitará las cosas”. Mientras que el mandatario argentino proclamó: “tenemos que ser aliados en todos los sentidos”.

Para el periódico conservador La Nación (03.10.17), de Argentina, “la visita de Temer buscará sellar con Macri nuevos acuerdos de cooperación bilateral en materia automotriz, obras para el soterramiento del tren Sarmiento (con participación de Odebretch) en Ciudad de Buenos Aires, trabajos conjuntos de cooperación en la frontera, acuerdos de cooperación científica y tecnológica y comercio”.

No obstante, uno de los principales objetivos de las reuniones entre los mandatarios fue acordar una posición conjunta de condena al gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.

Las afinidades políticas son intensas, pero los vínculos económicos entre los dos países más grandes del Mercosur son muy fuertes. Lo que pasa en Brasil tiene repercusiones importantes en Argentina.

Algunos datos de comercio exterior dan una clara idea de cómo están conectados los dos países. Entre 2013 y 2016, las exportaciones argentinas a Brasil cayeron un 48%, mientras que las importaciones desde Brasil se redujeron un 29%. Antes de la crisis Brasil adquiría en Argentina cerca del 20% de sus importaciones, ese coeficiente bajó a menos del 13% con la crisis de los últimos años. Ambos países perdieron en el comercio.

Pero también, Brasil es un espejo del futuro de Argentina. Estos países están aplicando la mismas directrices económicas, la doctrina neoliberal que se organiza bajo el principio de “valorización financiera”, un enfoque que no es nuevo en ninguna de las dos naciones.

Las crisis políticas siempre devienen de las crisis económicas. Puede pensarse que el argentino “que se vayan todos” del 2002, es similar al actual “fuera Temer” de Brasil. Ambos están montados en las crisis derivadas de los ajustes. Situación que finaliza luego con el descrédito de la política, y de los políticos. Esto es paradójico, porque se ha puesto implícita o explícitamente a los jefes de las empresas a manejar la cosa pública, y en realidad todos los días se lee cómo los políticos son dejados de lado o juegan en la segunda línea.

Lo relatado es sin duda un alerta para la Argentina, cuando escándalos como el de los Panamá Papers, o el Lava Jato brasileño, alcanzan a encumbrados funcionarios del actual gobierno y a empresas relacionadas con ellos. Y si bien no se discute la legalidad del gobierno de Macri, está puesta en duda su legitimidad, dado que incumplió varias de sus promesas electorales.
Sobre esta línea, entre otras cuestiones, insistió la expresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Su principal cuestionamiento fue que Macri prometió mantener muchos de los beneficios que se gestaron durante los gobiernos kirchneristas, compromiso que el actual presidente argentino no cumplió en lo absoluto.

Respecto de Brasil, el FMI sostuvo en abril: “La enmienda constitucional que dispone un nivel real constante del gasto federal no destinado al pago de intereses se aprobó en diciembre de 2016” , para luego agregar : “sin embargo, sin el apoyo de otras medidas, puede implicar un ritmo de consolidación fiscal relativamente lento”. Y explica: “Se presentó al Congreso una reforma a la seguridad social de gran alcance (…) Esta reforma es necesaria para garantizar que el tope fijado al gasto federal sea viable y que el sistema de jubilación siga siendo capaz de sustentar a las futuras generaciones de brasileños. (…) También debe considerarse la modificación de la política de indexación del salario mínimo para complementar esta iniciativa”.

En este entorno, no debiera extrañar que después de las elecciones de medio término de Argentina, el FMI incluya en sus informes habituales estas recomendaciones también para el gobierno argentino.

Henrique Meirelles, ministro de Hacienda de Brasil, aseguró que las reformas económicas van a continuar “independientemente de cualquier cosa”. La declaración se asemeja en espíritu a la frase de funcionarios argentinos que indicaron que el programa económico no cambiará, aunque el resultado de las elecciones de octubre les resulte adverso.

En el caso de Argentina, el cambio de paradigma continúa. En un paso importante hacia la liberalización, el gobierno profundiza medidas que lo acercan cada vez más a las líneas políticas que en Brasil desencadenaron la crisis económica y social.

Entre ellas, se destaca la decisión de desarrollar el sistema de “banca privada” o “banca en secreto” en Argentina, operación que se encontraba prohibida, como sucede en muchos países del mundo. Cabe señalar que los bancos globales han desarrollado a través del sector de “banca privada”» una plataforma global con el objetivo de facilitar la evasión fiscal, la fuga de capitales y el lavado de dinero en todo el mundo.

Esta nueva disposición abriría una puerta importante para la fuga de capitales al exterior, una de las herramientas esenciales de los sistemas de valorización financiera.

En resumen, la soberanía económica de los países y la legitimidad de sus sistemas políticos se encuentran cada vez más debilitadas. Mientras tanto, los grandes grupos económicos, los inversores especulativos y los evasores se benefician cada vez más.

Carlos Heller. Diputado Nacional por la Ciudad de Buenos Aires. Presidente Partido Solidario, de Argentina.

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