América Latina, ¿una región de paz?

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Por Rubén Armendáriz *

Recitamos que América Latina y el Caribe es una región de paz. Y si bien los países no se encuentran entre las mayores potencias militares del planeta, la región sigue la tendencia mundial y continúa reforzando sus Fuerzas Armadas, mientras persiste la existencia de 36 bases estadounidenses esparcidas a lo largo de América Central, el Caribe y América del Sur.

Con el discurso del presidente de Colombia Juan Manuel Santos anunciando el final de medio siglo de conflicto armado, los dirigentes latinoamericanos se sucedieron este año en el estrado de la Asamblea General de la ONU, mostrando una región donde desaparecen las guerras y las tensiones se centran en la búsqueda de un modelo político y económico.
Ya a fines de enero de 2014 en La Habana, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) declaró a la región como una Zona de Paz. Es un territorio habitado por 560 millones de personas y un lugar de gran extensión poseedor de recursos naturales de inmenso valor, muy apetecibles para el desarrollo económico de otros muchos países, en particular aquellos de gran poder comercial e industrial como Estados Unidos o China.

Con el 12 % del área terrestre total y el 8 % de la población mundial, poseen alrededor del 27 % del agua dulce del planeta ( aun cuando 30%  de los habitantes de la región carece de acceso al agua potable y una proporción similar no cuenta con servicios de alcantarillado). En esta región se localiza el 11% de las reservas mundiales de petróleo y se produce cerca del 15% total del crudo. Según la FAO, la región contiene el 40% de las especies vegetales y animales del planeta, y se considera poseedora de la más alta biodiversidad en flora y fauna del mundo.

La aparición de importantes compras de armamento, el aumento de efectivos militares y los movimientos y ejercicios militares entre otros índices de militarización, generan hoy  un manto de duda y preocupación a pesar de no presentarse enfrentamientos o conflictos a escala regional. Lo cierto es que mientras en algunas capitales sudamericanas buscan dar cuerpo a una “identidad de defensa única” para la región, en otras se insiste en reflotar los fantasmas del pasado, anclando sus políticas exteriores en cuestionamientos de fronteras y espacios territoriales.

En Latinoamérica y el Caribe, la inversión militar cayó en un 2,9% en 2015, llegando a 67.000 millones de dólares. En Sudamérica el gasto fue de 57.600 millones, un 4% menos que en 2014, pero un 27% más alto que en 2006. La caída del gasto militar en Sudamérica potenció por la reducción de un 64% de la inversión militar de Venezuela,  afectada por la crisis económica. En el caso de Ecuador, que mostró elevado gasto militar por varios años gracias a ingresos por petróleo, lo disminuyó en un 11%. Pero en  países de la región como Colombia, Guyana, Paraguay, Perú y Uruguay aumentaron su poderío militar en 2015.

En tanto, los países de Centroamérica continuaron aumentando su inversión militar como viene siendo desde hace algunos años, debido a los niveles extremos de violencia de crimen organizado, que han llevado a aumentar las fuerzas militares que combaten a los carteles. El gasto militar fue 9.500 millones, con un aumento de 3.7 millones en relación a 2014. En  México, el gasto militar sigue aumentando y llegó a 7.700 millones, un aumento anual del 3,6%. Mientras que en Honduras ─el segundo país con mayor tasa de homicidios─ la inversión subió en un 186% entre 2006 y 2015, el mayor aumento de la región.

El comercio de armas internacional en América Latina

En el conjunto mundial de las compras de armas, las de América Latina representan el 11% sobre el total. Entre 2005-2009, éstas se incrementaron en un 150%  y los países de América del Sur, en su conjunto, compraron armas por un importe de 7.979 millones de dólares. Mientras tanto, en América Central las compras fueron de 247 millones de dólares, con un aumento de un 5% en ese lapso.

Los principales exportadores de armas en la región son Estados Unidos, seguidos de la Unión Europea, Rusia y China. Examinando los países receptores de armamento se puede constatar que EE.UU. es el principal suministrador de armamento de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú. En cambio, Venezuela se abastece de armas principalmente provenientes de Rusia y en menor cuantía de China. Lo cierto es que, a diferencia de EE.UU., tanto China como la Unión Europea y Rusia no tienen prejuicios ideológicos y venden armas a todos los países de la región por igual, sin anteponer criterios políticos.

Cifras

Según el Banco Mundial, Argentina destinaba el 2,1% del PIB en 1988 a compra de armas, y lo redujo a 0,9% en 2015;  Brasil bajó de 2,1% a 1,4% en el mismo período, Chile de 4,1% a 1,9% y Perú de 2,5% a 1,6% del PIB. Mientras, Colombia aumentó sus gastos del 2,2% al 3,4%,  al igual que México, que pasó del 0,5 de su PIB en 1988 a 0,7% en 2015.

Esta militarización proviene del peso específico que los militares todavía juegan en las políticas internas, que comporta privilegios que los convierte en un poder fáctico que condiciona y secuestra la política de los gobiernos y de los presupuestos militares de los estados, los cuales en los últimos años han aumentado de manera vertiginosa. El incremento del gasto se ha traducido en una mejora de los aparatos de las fuerzas armadas y, muy especialmente, en importantes compras de armamento, hasta el punto que hoy América Latina es una de las regiones mundiales dónde llega más armamento, que frena el desarrollo del continente y abre el camino a tensiones y conflictos, señalan Pere Ortega y Juan Sebastián Gómez, del Centro de Estudios por la Paz.

La política exterior de Estados Unidos en América Latina y el Caribe continúa hoy, como lo fue en el pasado, dirigida a ejercer un indiscutible e indisimulado control sobre las políticas internas de los países de la región. Pese a que, si se contabiliza la presencia material de efectivos militares estadounidenses en las diferentes bases e instalaciones existentes en al región, estos no sobrepasan el número de 2.000 militares, dada la proximidad de EE.UU., lo cual no hace necesario desplazar excesivos soldados por el continente: sólo le hacen falta algunas bases y pequeñas instalaciones estratégicamente repartidas por la región

El armamentismo a nivel global

El 70% del comercio de armas que se venden en el mundo procede de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido. Entre los 10 primeros fabricantes se encuentran también Alemania, España e Italia. De 2001 a 2014 el gasto militar global aumentó el 50%.

Los expertos suman datos de los más variados: La violencia armada se cobra cada año la vida de más de medio millón de personas, la mayoría en contextos que no son de conflicto armado. Más de mil  empresas de casi 100 países fabrican armas pequeñas y armas ligeras.

El Global Firepower Index (Índice global de potencia de fuego, en español) representa una lista de las mayores potencias mundiales a base de 50 factores, como geográficos e industriales, como así también la cantidad y la calidad de mano de obra militar, y no tiene en cuenta los arsenales nuvleares.

Por otro lado, sus expertos penalizan con puntos a algunos países: por ejemplo, aquellos que cuentan con salida al mar pero carecen de una armada o tienen poco poderío naval..

Obviamente, la lista está encabezada por EE.UU., Rusia y China, y los primeros 20 puestos están ocupados en su mayoría por las potencias europeas y asiáticas (siendo España, sin embargo, el número 38. India, Francia, Reino Unido, Japón, Turquía, Alemania, Italia, completan los diez primeros puestos. . El primer país latinoamericano que aparece en la nómina es Brasil, en el puesto 22 y los demás estados están detrás de los 30 primeros.

Los siete ejércitos más potentes de la región

Los datos del Global Firepower Index ubican a Brasil en el puesto 22 del ranking global. En las últimas décadas Brasil se ha convertido en la mayor potencia militar de América Latina, con un ejército de 327 personas en activo y más de un millón 800 mil en la reserva. Cuenta con 1707 vehículos blindados de combate, 750 aeronaves, 113 buques de guerra y un presupuesto militar de  34.700 millones de dólares anuales.

En el segundo lugar (en el puesto 31 del listado)  se encuentra México. Además de realizar sus funciones dentro del país, incluida la lucha contra el narcotráfico, las Fuerzas Armadas de este país participan en las Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la ONU. Cuenta con 267.500 peronas en activo en sus Fuerzas Armadas y 76.500 en su reserva. Suma 695 blindados de combate, 362 aeronaves y 143 buques de guerra. Su presupuesto de defensa (2015) es de  14.500 millones de dólares.

Chile ocupa el puesto 43, pero es la tercera potencia militar de la región, ya que, refuerza activamente su arsenal armamentístico, destinando un porcentaje significante de su presupuesto militar a la compra de armas en el extranjero. Sus Fuerzas Armadas cuentan con 60.560 personas en activo, y 82.000 en la reserva. Suma 2346 vehículos blindados de combate: 236 aeronaves: y 69 buques de guerra, con un  presupuesto militar es de 5.483 millones de dólares.

Existe una estrecha relación de las Fuerzas Armadas de Chile con las de los Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, México, Holanda, Israel y España.

Cuarto en la región, aparece Argentina, en el puesto 47 en el ‘ranking’ global y moderniza permanentemente sus equipos. Cuenta con 73.100 personas en servicio activo de sus Fuerzas Armadas y 31.240 reservistas. Suma 828 vehículos blindados de combate: 275. Aeronaves y 41 buques de guerra, con un presupuesto defensa de  5.545 millones de dólares en 2015. Argentina mantiene una estrecha relación de cooperación militar y defensiva con los Estados Unidos y en menor escala con Israel, Alemania, Francia, España e Italia.

Perú ocupa el quinto lugar de las Fuerzas Armadas más potentes de América Latina y el puesto 51 en el ranking global. Su ejército cuenta con más de 120.660 militares en activo y una reserva de 272 mil personas. Suma armamento proveniente de EE.UU., Rusia, China y otros países: 890 vehículos blindados de combate, 239 aeronaves y 60 buques de guerra, Su presupuesto militar es de  2.560 millones de dólares.

El conflicto con la guerrilla y la lucha contra el narcotráfico y la delincuencia son las razones por la cuales Colombia (sexto en la región y 54 en el global) cuenta con el mayor número de militares activos (444.520) y pocos de reserva (62.000) entre todos los ejércitos latinoamericanos y uno de los mayores presupuestos en este ámbito (12.145 millones de dólares). Suma 1.345 vehículos blindados de combate, 493 aeronaves y 232 buques de guerra, en su mayor parte aportados por EE.UU. e Israel. Según Global Firepower Power, tiene 1.445.000 efectivos castrenses.

Pese a su tan publicitado “código de ética”, la Unión Europea han exportado armas a Colombia, país que reúne todos los requisitos para desaconsejar la venta de armas, donde subsistía un conflicto interno grave, con aspectos de guerra civil, que enfrenta al estado con los grupos armados de las FARC y el ELN, hay graves violaciones de los derechos humanos de la población por parte de las partes enfrentadas y de grupos paramilitares, hay un alto grado de militarización y existe el peligro de una desestabilización regional respecto a Venezuela y Ecuador

Venezuela, aparece en el puesto 62 en el ranking global y séptimo en América latina. Tiene 113.560 militares en activo y 438 mil en reserva, 700 vehículos blindados de combate, 229 aeronaves, y 225 buques de guerra. Su presupuesto de defensa era de 5.260 millones de dólares en 2015.

Las bases estadounidenses

A pesar de la creciente oposición de amplios sectores de la población a la intervención estadounidense, la política del actual presidente Barack Obama es tan beligerante como la de su predecesor George Bush, quien no tenía ningún reparo en promulgar la necesidad de preservar a toda costa los intereses de EE.UU. en la región, bajo el lema «el fin justifica los medios» como máxima de las relaciones Norte-Sur. Las bases militares que EEUU mantiene en la región se compaginan con todo un entramado de organizaciones y planes dirigidos al control y vigilancia de todo el continente latinoamericano.

Es el caso de la tristemente famosa Escuela de las Américas que propagó la nefasta Doctrina de Seguridad Nacional adiestrando a los militares que después encabezarían las dictaduras de los años 1970 y 80. En casi 60 años de existencia ha entrenado alrededor de 60.000 militares latinoamericanos en técnicas de contrainsurgencia, formación de francotiradores, mando y guerra psicológica, inteligencia militar y tácticas de interrogatorio.

Las 36 bases militares de Estados Unidos instaladas en América Latina y el Caribe son una amenaza para la paz, las democracias, la soberana e independencia de nuestros países. Con  exactitud no se conoce la cantidad de bases, aunque según un inventario oficial elaborado por el Pentágono, en el 2008, EE.UU. tenía 865 bases en 46 países, en los cuales desplegaba unos 200 mil soldados..

En América Central, se encuentran la base de Comalapa en el Salvador, la de Soto-Cano (o Palmerola) en Honduras,  en Costa Rica está la base de Liberia, que dejo de funcionar un tiempo pero que volvió a operar recientemente. En América del Sur operan en Perú tres bases de las que poco se habla; en Paraguay está la base militar Mariscal Estigarribia, localizada en el Chaco, con capacidad para alojar a 20 mil soldados y se encuentra situada en un lugar estratégico, cerca de la triple frontera y al acuífero Guaraní.

En el Caribe, existen bases en Cuba, la de Guantánamo, usada como centro de tortura; en Aruba, la base militar Reina Beatriz y en Curaçao la de Hatos. A este listado deben agregarse las 7 bases reconocidas en Colombia, cifra que es mayor, y las que se instalaran en Panamá.

Si además, cuenta con embajadas, con la Agencia de Seguridad Nacional con la CIA, DEA, USAID y el Comando Sur como puntas de lanza para experimentar, usar y abusar de una serie de estrategias y doctrinas para recuperar su dominio total en esta parte del continente, se podrá deducir que sus objetivos de dominación pretenden en el futuro inmediato, la explotación de los recursos naturales y de las reservas de agua, oxígeno y biodiversidad que necesita.

Es muy importante detener la carrera armamentista. Pero pasados los momentos más ardientes de diversos y añejos diferendos limítrofes heredados de la época colonial y los más recientes amagos de litigio resueltos con la participación de una entidad integracionista como la Unasur, otros peligros, parecen agazapados para emboscar la paz.

Hay quienes piensen que la paz está asegurada solo por el silencio de las armas. ¿Cuánto de inestabilidad y, por tanto, de posibles conflictos también puede encerrarse en la injerencia, la manipulación mediática y política de los pueblos, el irrespeto a los gobiernos legítimos que cada nación ha tenido a bien darse mediante elecciones transparentes y limpias?

*Investigador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico.

Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico

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