Roy Chaderton, exembajador de Venezuela ante la Organización de Estados Americanos (OEA): «Nos hemos burocratizado en algunos casos»
Por Juan Manuel Karg
El exembajador de Venezuela ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Roy Chaderton, cumplió el papel de Coordinador Internacional de Campaña del PSUV en las recientes elecciones legislativas que le dieron la victoria a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Ahora su nombre suena como nuevo Ministerio de Relaciones Exteriores.
En esta entrevista el diplomático comenta las repercusiones de la reciente derrota del chavismo y enumera los desafíos que el gobierno de Nicolás Maduro tendrá ante la nueva etapa que se abre en el país.
Usted dijo, tras la derrota chavista del 6 de diciembre, que comenzaba la recuperación. ¿Por qué?
En primer lugar, porque soy un optimista incurable, pero no irracional. Conozco la fuerza del chavismo y conozco cómo se puede superar rápidamente el estado de depresión, para inclusive generar un estado de euforia. Esa es una situación que afecta para bien a los combatientes. Aparte de eso, sentí la necesidad de transmitir un mensaje positivo en un momento cuando buena parte de los chavistas no estaban entendiendo, y estaban sucumbiendo a esa depresión temporal y fugaz.
¿Qué escenario se abre ahora en la Asamblea Nacional, cuando en enero los 112 diputados de la MUD conformen mayoría y el chavismo pase, por primera vez desde su llegada al gobierno, a estar en minoría en el legislativo?
No es la primera vez en el mundo que un presidente gobierna con minoría parlamentaria. Y en el caso nuestro, conservamos la mayor parte de los espacios políticos, del poder del Estado. Además hay una combatividad que tenemos nosotros y no tiene la próxima mayoría parlamentaria. Ellos son algo perezosos, creo que los puede dominar la molicie de la fantasía de poder que han adquirido temporalmente.
¿Cambió la correlación de fuerzas en América Latina tras el triunfo de Cambiemos en Argentina y de la MUD en Venezuela? ¿Hay un debilitamiento de las fuerzas nacional-populares?
Eso es verdad, porque además ha habido momentos históricos durante estos años. Derrotar al ALCA en la propia cara del emperador no es poca cosa, como diría Cristina Fernández de Kirchner. Es cierto que ahora hay un contraataque feroz, perverso, malévolo, de la derecha, que viene al rescate de lo que perdió de espacios de influencia política. Sin embargo, les va a ser difícil.
Tampoco es poca cosa la combatividad que tenemos los movimientos de izquierda. Y yo creo, sin que me complazca el hecho, que la derrota en las batallas nos azuza, para que abandonemos los espacios burocráticos. Nos hemos burocratizado en algunos casos, y la burocracia en general tiende a alejarse de la gente. Usted no se imagina el poder devastador que tiene sobre una persona de frágil espiritualidad que le digan “su excelencia”. Termina creyéndoselo.
En la derecha venezolana comenzó una disputa sobre la presidencia de la Asamblea Nacional. Ya se vislumbra una división allí. ¿Esto evidencia que hay sectores muy diversos la MUD?
Habrá que esperar. Hay allí gente muy distinta, también alguno que otro moderado. Tienen poca gente brillante. Un ejemplo: las declaraciones de Ramos Allup (Acción Democrática) sobre el cierre del canal de la Asamblea Nacional. Y eso que él pasa por inteligente porque es el gran maniobrero, el hombre del aparato político. Pero desbocado. Se desbocó. Esos personajes no impresionan. Y de este lado hay mucha gente brillante.
¿Qué tiene que hacer el chavismo para volver a atraer a aquellos que no fueron a votar en esta elección?
Hay que volver a ellos. Hay que acercarse. Porque hay gente que se alejó. Una manera de alejarse es la física: cuando yo me repliego en mi oficina, con mi aire acondicionado. Lo otro que hay que hacer es comunicar, enseñar, informar. La guerra mediática fue algo importante estos años. Y la guerra económica todavía más, porque está afectando la vida diaria de la gente: el estómago y la piel.
Ahí también aparecen los cortes de luz. Hay un personaje de izquierda aquí, José Vicente Rangel, que durante varios años estuvo alertando sobre el peligro de un desastre en el suministro de energía eléctrica. Y los gerentes andaban en otras partes, y no se ocuparon, y de pronto llegó la crisis eléctrica. Entonces, todas estas cosas hay que tomarlas en cuenta. Hay que ser buenos burócratas. No es un pecado ser burócrata, pero hay que ser buenos. ¿Por qué un revolucionario no puede ser un buen gerente? Eso es lo más revolucionario del mundo: trabajar bien para el pueblo.
¿Es optimista usted para pensar el futuro del chavismo en Venezuela o ve un futuro más bien convulsionado a partir de esta elección?
Podrá haber convulsiones en la medida en que se pretenda retroceder al pasado. Yo soy optimista. Es más, tengo grandes ganas de combatir. Yo vengo de mi experiencia burocrática, que puede ser muy buena. Había espacio para el combate en la OEA igualmente. Ahora, bajo la amenaza, y nadando contra la corriente, estamos más obligados. Yo siempre digo, en relación a nadar contra la corriente, que hay dos opciones. Una de ellas es ahogarse. Pero la otra es seguir nadando y fortalecer la musculatura. Y mientras más forcalezcamos nuestra musculatura, más posibilidades tenemos de llegar a la otra orilla, que es la de la justicia social.
La MUD habla de ‘cambio’. ¿Qué significa esa idea para usted?
Eso es algo mediático. No hay tal ‘cambio’. Es marketing. Acá hay que recordar el viejo cuento del sapo que iba a pasar al otro lado del río y el alacrán le pide que lo lleve. El sapo desconfía. Pero la promesa de acompañarlo es tan fuerte por parte del alacrán, que van juntos. Y en la mitad del río, lo pica el alacrán. Porque él dice “está en mi naturaleza”. Y está en la naturaleza de esta gente sus ideas del mercado, el desprecio social. Porque eso es importante también: cuando ellos ven gente con aspecto de pobre, la desprecian; cuando ven que alguien tiene varias generaciones de mala alimentación, no pueden resistir el deseo de excluirlo. En lugar de apoyarlos, de educarlos, de hacerles justicia.