Juan Carlos Villalonga, jefe de la delegación argentina en la COP21: «El gran logro de la Cumbre fue político: ganó el pragmatismo»

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Por Javier Borelli

El diputado macrista y ex director de Greenpeace sostiene que el acuerdo alcanzado el sábado «es poco para luchar contra el cambio climático». No obstante, valora que «a pesar de que no se creó un régimen de mitigación serio, se crearon metodologías para revisar las metas cada cinco años».

«Sabemos que para enfrentar al cambio climático el acuerdo de la Cumbre del Clima de París es poco. Pero si tomamos en cuenta dónde estábamos antes, es un logro político de enorme valor», analizó para Tiempo Juan Carlos Villalonga, el representante del gobierno de Mauricio Macri en las negociaciones climáticas que el sábado concluyeron con un histórico acuerdo firmado por 195 países (ver aparte). «Imperó el pragmatismo», señaló en diálogo telefónico un día antes de emprender el regreso desde Francia, «y a pesar de que no se creó un régimen de mitigación serio, sí se crearon metodologías para revisar las metas cada cinco años».

–¿En qué cambió el planteo argentino en la COP21 con su entrada como responsable de las negociaciones?

–Un cambio en política exterior tiene que darse muy progresivamente. Así que hablamos de matices, dentro de lo que uno puede cambiar en un corto plazo y en una negociación tan grande como ésta. Fundamentalmente, comenzamos a tender un puente para un diálogo más amplio. La Argentina estaba sólo en sintonía con un grupo de países de América Latina (Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia) y otros árabes. Lo que hicimos fue abrir la discusión a otros países como Perú, Uruguay, Chile, Paraguay o la propia Francia. Esto no implicó un cambio de 180 grados; son matices, que en política exterior es importante. Es un ejercicio en el mundo real de lo que dijo (la nueva canciller) Susana Malcorra: tener una relación con el mundo más amplia, menos dogmática, más pragmática y no tan ideologizada.

–¿Pero cómo pueden expresarse esas diferencias ideológicas o de método en términos climáticos?

–Al final de la convención confluimos todos. El «grupo de negociación de pensamiento afín» no compartió un discurso unificado, porque había diferencias. Nicaragua, por ejemplo, dio un discurso muy duro, que por otro lado tiene puntos estrictamente ciertos. Pero la definición es política. Sabés qué es lo que podés conseguir para poder seguir luchando. Y eso imperó incluso en Venezuela y Bolivia, países que al principio estaban en otro lugar.

–El acuerdo se anunció con mucho optimismo. ¿Qué garantías hay de que no se transforme en un nuevo Protocolo de Kyoto, que después no se cumplió?

–Kyoto fue un acuerdo de arriba hacia abajo. Tenía una cierta meta de reducción de emisiones que se distribuía luego de acuerdo a cuánto le correspondía a cada país. Ese enfoque fue bueno y fue defendido, incluso la Argentina fue parte activa de las negociaciones. Pero fracasó porque EE UU nunca lo ratificó; después se fue Australia, después Canadá. De ese fracaso del arriba hacia abajo se logra ahora este acuerdo de abajo hacia arriba, porque cada país puso sobre la mesa lo que podía hacer, y desde ahí empezamos a conversar. Ahora está el acuerdo y los compromisos se van a ir revisando cada cinco años hasta llegar a las metas. No es un acuerdo con base científica, sino en función de las voluntades. El enfoque cambió y hubo que ir a este mundo de compromisos voluntarios. A mí me parece mejor partir de la ciencia, pero eso fracasó. Entonces uno tiene que saber qué es lo que políticamente se puede hacer. Si no, nos vamos de acá sin nada.

–¿Qué opinión tiene del compromiso asumido por la Argentina para la COP 21, cuya presentación fue hecha por el gobierno anterior en octubre?

–En el momento en que se presentó señalamos que era una promesa muy baja, por debajo de lo que tenía que estar haciendo el país. Pero además tenía errores de estructura porque, por ejemplo, prometemos que para el año 2030 las emisiones todavía van a estar creciendo, cuando hay que trabajar en que para entonces estén estabilizadas y empiecen a decrecer. Eso es lo que tenemos que revisar. Y lo vamos a ir haciendo desde el primer día para alcanzar una meta superadora. Pero es probable que eso se formalice recién para 2019, que es la fecha en que, como se consigna en el acuerdo, todos los países tienen que hacer revisiones.

–¿Cómo repercute en la Argentina este acuerdo y cuáles serán, a su criterio, los principales desafíos del nuevo gobierno en materia ambiental?

–La Argentina emprendió un camino en el que tendrá que dinamizar mucho la economía y eso implica generar inversiones para generar miles de puestos de trabajo. Pero este acuerdo no es una disyuntiva entre una cosa y la otra. Para mí, los dos grandes desafíos son avanzar en una fuerte inserción de energías renovables (mi estimación es que deberíamos tener un 10% de incorporación de renovables en la matriz energética para fines de 2019) y llevar a cero la deforestación. Lo que significa entre otras cosas cumplir con la Ley de Bosques, aunque también hay que compatibilizar eso con el desarrollo agrícola.

–¿Lo inquieta que la persona designada para llevar adelante esos desafíos haya reconocido no tener «conocimiento técnico» en el área?

–Lo que dijo el rabino Sergio Bergman es una declaración muy sincera y responsable. Todos los últimos ministros de Ambiente no han tenido ningún tipo de conocimiento previo o trayectoria en el área. No debiera sorprendernos. En el caso de Bergman, su primera acción fue buscar apoyatura y asesoramiento de gente con trayectoria, como es mi caso, además de reconocer, reivindicar y proteger el trabajo que viene haciendo muchos equipos técnicos del anterior gobierno. Yo lo acompañé a reuniones de transición con la vieja Secretaría y me parece que él le da una mirada humana y espiritual, que debe dotar de valores las decisiones. Es un enfoque que no está para nada mal. «

Qué se acordó y cómo sigue

Acuerdo. Fue suscripto el sábado, en el cierre de la Cumbre del Cambio Climático en París, por 195 países, y tiene como objetivo principal conseguir que el aumento de la temperatura media del planeta quede “muy por debajo de los 2 grados centígrados” para fin de siglo, respecto del clima de la era preindustrial.

Mitigación. Antes de llegar al acuerdo de París, 188 naciones presentaron sus compromisos de mitigación, que deberán ser revisados cada cinco años para asegurar que cumplen las metas fijadas.

Propuesta argentina. Fue la de reducir en un 15% las emisiones de gases del efecto invernadero para el año 2030, con la posibilidad de llegar al 30% en caso de recibir ayuda internacional. El nuevo gobierno modificaría esos parámetros.

Países desarrollados. Como parte del acuerdo, deberán movilizar unos 100 mil millones de dólares anuales para 2025, para que los que tienen menos recursos puedan adaptarse a los efectos del cambio climático.

La firma. A partir de abril, el acuerdo quedará abierto a la firma de los países en las oficinas centrales de la ONU, pero no entrará en vigencia hasta que se produzca la ratificación de 55 países a través de leyes en sus respectivos congresos.

Una carrera en defensa del ambiente

Juan Carlos «Cali» Villalonga fue elegido diputado nacional de la Ciudad de Buenos Aires por el PRO en las últimas elecciones de octubre. Desde el año 2013 y hasta entonces había presidido la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad, dependiente del Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño.

Aquella fue su primera incursión en la función pública, ya que hasta el momento había desarrollado una extensa carrera desde la vereda de enfrente, exigiendo a los gobiernos, entre ellos el de Mauricio Macri en la Capital Federal, el cumplimiento de medidas ambientales desde la ONG Greenpeace Argentina (adonde trabajó por 16 años y llegó a ser director Político y de Campañas), y desde otra ONG, Los Verdes.

Francisco

El Papa Francisco celebró el acuerdo de la COP21 luego de rezar el Ángelus ante 45 mil peregrinos en la plaza de San Pedro.

“Deseo que sea dada una atención a las poblaciones más vulnerables, exhorto a toda la comunidad internacional a que siga en el camino tomado en el signo de una solidaridad que se vuelva siempre más operativa”, señaló el Pontífice argentino, quien en mayo de este año aludió al medio ambiente en el texto de su segunda encíclica, “Laudato si’”.

Tiempo Argentino

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